Víctor L. Barradas Miranda
Hace muchos años, en la zona central del estado de Veracruz, región conocida
como de las Grandes Montañas, la neblina bajaba todas las tardes y cubría las
montañas con un manto vaporoso. Esta neblina era la que daba las
características tan distintivas a la región: árboles siempre verdes, muchos de
ellos cubiertos de musgos, orquídeas y bromelias. Hoy el paisaje ha cambiado y
los obscuros bosques han sido sustituidos por milpas, potreros o poblados. Mi
equipo y yo hemos detectado que esto ha ocasionado un cambio climático. En el
laboratorio de Ecofisiología Tropical hemos analizado las variables climáticas
de precipitación y frecuencia de nieblas de al menos los últimos 50 años, y
nos ha mostrado que en el sistema de las Grandes Montañas, la precipitación ha
disminuido a barlovento, esto es el área de la montaña de los vientos que
provienen del Golfo de México, pero ha aumentado hacia el parteaguas, por
ejemplo en Altotonga, Veracruz, más de 1 mm al año; y a sotavento por ejemplo
en Ciudad Serdán y Tecamachalco en Puebla, en donde ahora llueve casi 0.5 mm
más al año.
Hoy es posible percibir esto porque la frecuencia de la
niebla ha disminuido en ciertos sitios, por ejemplo en los poblados de
Veracruz como Coatepec, Perote, Las Minas, Los Pescados, Tembladeras y
Teocelo, pero ha aumentado en Altotonga, Atzalan, Huatusco, Jalacingo y
Xalapa, donde ya es evidente que el agua se condensa al ascender a los 400 m
de altura, cuando hace unos años era a 200 m. Estos cambios, tienen su efecto
en otras variables climáticas como la radiación solar, que se espera sea más
intensa donde han disminuido la precipitación y la frecuencia de nieblas.
Estudiar el cambio climático
El cambio climático global es un fenómeno complejo y
controvertido porque hay incertidumbre. Esto se debe a que los científicos
están conociendo el fenómeno. Por ejemplo, para analizarlo han utilizado
diferentes modelos, cuyos resultados generan pronósticos muy confusos.
Consecuentemente, el peligro que enfrentan los organismos vivos puede ser
mayor del que se puede pensar.
El cambio climático, no sólo involucra un cambio en la
temperatura y la precipitación pluvial o todas las variables o índices que se
relacionan con éstas, sino con todas las variables climáticas que actúan en
concierto. En los organismos vivos, el efecto del cambio climático se estudia
a partir de modelos de distribución potencial de especies o de nicho que sólo
toman en cuenta a los índices de cambio climático, que son complejos y poco
precisos. Así, los resultados del efecto potencial del cambio climático sobre
cualquier especie viviente, son mucho más controversiales e imprecisos, y solo
prevalece la incertidumbre.
Con el trabajo de mi laboratorio, hemos visto que una
respuesta clave de las plantas al clima, es el comportamiento de los estomas
de las hojas de árboles tropicales. Este comportamiento controla tanto la
transpiración como la asimilación de CO2. Así, al determinar las respuestas de
los estomas a los diferentes factores climáticos y analizando los resultados
con modelos matemáticos que describan ese comportamiento, podemos inferir los
posibles efectos que pudiera tener un posible cambio climático en la
fisiología de las especies que hemos utilizado y por tanto en su distribución
geográfica. Por ejemplo, el encino Quercus candicans, es una especie
que vive en bosques de pino-encino, podría desaparecer debido a que el
intervalo térmico en el que lleva a cabo la fotosíntesis está restringido, y
esto probablemente no le permitirá sobrevivir donde actualmente se encuentra.
Otro encino, Q. sartorii, es una especie asociada a climas
cálido-húmedos que podría sobrevivir si aumenta la temperatura del aire como
consecuencia de un cambio climático; sin embargo, esta especie no es tolerante
a grandes cantidades de radiación solar. No obstante, ambas especies podrían
aprovechar sitios más favorables en altitudes superiores donde la temperatura
y la radiación solar pudieran ser más bajas, pero su migración depende
principalmente del síndrome de dispersión de las semillas, es decir, que algún
vector (como por ejemplo ratones o ardillas) fuera capaz de transportarlas a
sitios de mayor altitud.
Bosques de pino-encino del futuro
Lo que es indudable es que la distribución de estas
poblaciones de encinos cambiará si hay a un cambio climático: disminuirán en
altitudes inferiores y, si es posible, aumentarán en altitudes superiores.
Esto ocasionará que los bosques de pino-encino de la región cambien la
estructura y composición florística. Ante esta situación estamos proponiendo
el establecimiento de comunidades sintéticas hipotéticas de árboles ecológica
y económicamente importantes para revertir o mitigar, en la región, el efecto
del cambio climático al que ha contribuido la deforestación.