Otra cara del virus del Ébola

Por Jessica N. Martínez Sánchez

El panorama generado a raíz del brote de ébola en África Occidental es alarmante. Debido a la situación, desde el 8 de agosto de 2014 la Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el brote de enfermedad por virus del Ebola en África Occidental pasó de ser un grave problema de salud pública de la región, a un asunto mundial. Esta situación tiene repercusiones políticas, económicas, ambientales y sociales.

     Por lo complejo y grave del problema es indispensable abordar el tema desde diversos enfoques, y así tener otra percepción del hecho. Mucho se ha hablado del ciclo de vida y transmisión del virus (de los animales a los seres humanos) y más aún se ha informado acerca del número de víctimas humanas, pero algunos artículos periodísticos y el estudio Ebola Outbreak Killed 5,000 Gorillas de Magdalena Bermejo sugieren que en realidad la propagación del virus pudo ser a causa de las mismas personas y que los primeros afectados serían los animales silvestres, especialmente los primates de la región. La OMS informó a través de su nota descriptiva No. 103 que se considera que los murciélagos frugívoros son los huéspedes naturales del virus del Ébola, en particular las especies Hypsignathus monstrosus, Epomops franqueti y Myonycteris torquata. Incluso mencionan que por ello “la distribución geográfica de los Ebolavirus puede coincidir con la de dichos murciélagos”, aunque las dos distribuciones coinciden también con la de muchas otras especies del bosque tropical africano.

     Sin embargo, la afirmación de que los murciélagos son los principales responsables de la actual propagación del Ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona podría ser infundada ya que la afirmación proviene de evidencia indirecta. El tráfico ilegal de animales para consumo humano puede ser una causa más plausible. Para muestra, Daniel Stiles publicó un artículo en Mongabay.org en donde revela que posiblemente el brote del virus llegó a Guinea debido al contrabando de gorilas y otros animales silvestres de consumo infectados con el virus y procedentes de la República Democrática del Congo. En esas regiones todavía cazan gorilas para consumo humano, a pesar de que como lo indica UICN en su Lista Roja, es una especie en peligro de extinción.

     Los gorilas son muy susceptibles al virus del Ébola, como lo documentó Magdalena Bermejo, primatóloga española en su artículo publicado en 2006 en la revista Science. De acuerdo con Bermejo la tasa de mortalidad por el virus fue del 95 por ciento de la población total de gorilas del santuario Lossi en la República Democrática del Congo. La acción destructiva del hombre sobre los ecosistemas y el medio ambiente, es otro factor importante que contribuye a propagar este y otros virus.

     En 2012 Jim Robbins publicó en el artículo the ecology of disease en The New York Times en donde refiere que varias enfermedades infecciosas emergentes (esto es, nuevos tipos de agentes patógenos o mutaciones de anteriores), entre ellas el virus del Ébola, son consecuencia directa del desbalance ocasionado con el daño a los ecosistemas. Robbins señala que ello genera no sólo una crisis de la salud pública sino también de la economía global. Muchos científicos hoy están evaluando el efecto de la situación ambiental sobre las enfermedades y sus repercusiones económicas. Para Jeffrey D. Sachs, asesor especial del Secretario General de las Naciones Unidas, las enfermedades infecciosas zoonóticas (es decir, que proceden de poblaciones animales) como el virus del Ébola, resultan inevitables cuando el ser humano se introduce en nuevos ecosistemas. Además, son consecuencia de las modificaciones a los hábitats naturales y las interacciones entre las especies causadas por el cambio climático, por mencionar algunos factores.

     Así pues, es importante considerar que los factores que pueden ocasionar brotes como la epidemia de Ébola que se está viviendo en el Africa occidental son muchos. Debe entenderse que finalmente se trata de una interacción compleja de factores ecológicos, biogeográficos, evolutivos y antropogénicos que perturban el equilibrio natural de los sistemas La señal es muy clara: debemos invertir en mantener ecosistemas saludables para disfrutar de los beneficios que nos dan, incluyendo la salud humana.

Fuentes