Para alentar el ambientalismo, ¿dejar que las personas sean egoístas?

Por Jason G. Goldman
Publicado originalmente el 29 de abril de 2015 en Conservation This Week
Traducción. Victor Hernández Marroquín.

El mundo se está calentando, los océanos se están acidificando, hay una crisis de biodiversidad global... Y a pesar de las décadas de bombardeo de mensajes ambientalistas --”reduce, reusa y recicla”; “salven a las ballenas”-- los estadounidenses como grupo no son más proclives ahora a adoptar comportamientos en pro del ambiente que hace veinte años. ¿Por qué no?

     Las psicólogas Ashley V. Whillans y Elizabeth W. Dunn, de la Universidad de British Columbia, creen que eso tiene algo que ver con la forma en que pensamos en nuestro trabajo. Mientras que los estadounidenses trabajamos más o menos el mismo número de horas a la semana que hace 50 años, sentimos que, hora por hora, nuestro tiempo es más valioso ahora que entonces. Las investigadoras señalan que el salario por hora lleva a que la gente asocie su tiempo con una cantidad tangible de dólares, y la proporción de la fuerza de trabajo que recibe un salario por hora se incrementó en las décadas de los ochenta y noventa, proporción que se mantuvo durante el 2012, al menos.

     ¿Será que la gente que concibe el tiempo como dinero menosprecia en consecuencia cualquier tiempo que usen trabajando de voluntarios, o incluso haciendo cualquier esfuerzo no recompensado? Algunos estudios dicen que sí.

     Hasta la gente que no recibe un salario por hora, en el momento en que se le pide que calcule su sueldo promedio por hora, se vuelve menos dispuesta a trabajar de voluntaria. De manera similar, Whillans y Dunn sospechan que incluso los comportamientos en pro del ambiente que en realidad no toman mucho tiempo, como reciclar, podrían verse afectados si la gente está todo el tiempo pensando en el valor monetario de su precioso tiempo.

     Y eso es porque cuando la gente piensa en el valor de su propio tiempo, piensan más en sus propias necesidades y deseos. Se enfocan en ellos mismos, con la posibilidad de dejar de considerar las necesidades y deseos de los otros, o el bienestar general de la comunidad. "Hay un conflicto de motivaciones entre los valores relacionados con el dinero y los valores que en pro de la socialidad", argumentan las investigadoras recientemente en la revista Organizational Behavior and Human Decision Processes. "Por tanto, proponemos que concebir el tiempo como dinero, lo que podría llevar a que los individuos deseen una compensación por su trabajo y que prioricen sus metas personales, disminuirá el involucramiento en los comportamientos cotidianos en pro del ambiente."

     Whillans y Dunn abordan su hipótesis de dos formas. Acudieron primero a la "Encuesta del Panel Británico del Hogar". Ésta es una encuesta representativa a nivel nacional que toma datos de más de 5,000 hogares y contiene unas 10,000 entrevistas de personas mayores de 15 años. La versión número dieciocho de la encuesta incluyó información sobre el estatus del sueldo por hora y los comportamientos en pro del ambiente. Las psicólogas predijeron que los trabajadores que cobran por hora reportarían menos comportamientos en pro del ambiente que los trabajadores que no tienen salarios por hora, y eso es precisamente lo que encontraron. Como se trata de una simple correlación, es imposible hacer ninguna afirmación causal sobre la base de este hallazgo.

     Es por eso que pasaron después a otra serie de experimentos. Las investigadoras manipularon a grupos de estudiantes universitarios para que pensaran en su tiempo en términos de su propia ganancia financiera. Luego compararon a aquellos estudiantes con los grupos control, que no fueron manipulados. En diferentes experimentos, les preguntaron sobre su disposición para hacer comportamientos en pro del ambiente (como reusar bolsas Ziploc o hacer el cambio de recibos de papel a electrónicos) o les dieron una tarea de cortar papel después de la cual tenían que tirar la basura ya fuera en un bote de basura cercano o en un contenedor de reciclaje colocado afuera del salón. En ambos experimentos, los participantes fueron menos proclives a comportarse de un modo consciente con el ambiente si antes los habían hecho pensar en su tiempo como dinero. Puesto que a los participantes se les asignaba al azar a los grupos, las investigadoras tuvieron un mayor grado de confianza en que los efectos que veían no se debían a variables socioeconómicas.

     En un cuarto experimento, las investigadoras dejaron el campus y fueron con la gente que hace las compras en un mercado público de Vancouver. Después de que les tomaran datos demográficos y relacionados con los sueldos, a los participantes se les pedía que se imaginaran cómo reaccionarían en una serie de situaciones que involucraban un sacrificio ya fuera de tiempo o de un comportamiento en pro del ambiente, como reciclar una lata de refresco o usar un contenedor térmico para su café mañanero. Al igual que en la encuesta británica, aquellas personas que recibían un pago por hora estaban menos dispuestas a invertir su tiempo en comportamientos sostenibles. Las investigadoras pudieron descartar la posibilidad de que otras variables como el sexo, la edad o el ingreso doméstico explicaran los resultados.

     Finalmente, en un quinto experimento, Whillans y Dunn querían ver si podían mitigar ese tipo de regularidades que habían encontrado en los experimentos previos resaltando el potencial beneficio personal de una acción en pro del ambiente. A todos los participantes de este experimento los llevaron a concebir el tiempo como dinero, pero el comportamiento en pro del ambiente era presentado o bien como un beneficio personal o bien como uno comunal. "El efecto perjudicial para el reciclaje de ver el tiempo como dinero desaparece cuando a la gente se le lleva a pensar en los comportamientos en pro del ambiente como algo que da un beneficio propio," dicen. En otras palabras, la gente está dispuesta a involucrarse en actividades amigables con el ambiente, siempre y cuando piensen que están siendo egoístas.

     Aun así, ¿por qué los pocos segundos que cuesta reciclar algo serían suficientes para garantizar un comportamiento egoísta? Whillans y Dunn piensan que la gente que percibe el tiempo como valioso en términos monetarios puede volverse "irracionalmente sobreprotectora" de ese tiempo. No es que proteger un recurso valioso como el tiempo sea irracional. En cambio, las investigadoras sugieren que enfocarse intensamente en proteger ese tiempo puede alentar a las personas a seguir haciéndolo aun cuando ese tiempo ahorrado sea desdeñable.

     "Para ser claras, en ausencia de cualquier costo de tiempo no esperamos que la gente actúe de formas anti-ambientales. Más bien sugerimos que cuando se enfrentan a una decisión trivial, la gente es menos proclive a involucrarse en comportamientos en pro del ambiente cuando le ponen una etiqueta de precio a su tiempo," explican. Eso es consistente con otros estudios sobre tomas de decisiones que muestran que hay procesos heurísticos que permiten a la gente tomar decisiones rápidas, incluso cuando esa heurística a veces lleva a decisiones irracionales.

     Whillans y Dunn concluyen que los estudios posteriores deberían enfocarse en cómo rlos planes de de pago usadas por los negocios y las organizaciones podrían promover o debilitar los comportamientos amigables con el ambiente. Una visión más cínica podría sostener que los esfuerzos deberían enfocarse en convencer a la gente de que la sostenibilidad es realmente algo muy egoísta. El mundo podría ser un mejor lugar por eso.

Fuente


Whillans, A.V., y Dunn, E. W. (2015). Thinking about time as money decreases environmental behavior. Organizational Behavior and Human Decision Processes, 127, 44-52. DOI: 10.1016/j.obhdp.2014.12.001

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