Las granjas también pierden biodiversidad

Por Jason G. Goldman
Traducción de Esmeralda Osejo
Publicado originalmente el 18 de septiembre de 2015 en Conservation This Week

Por lo general no pensamos en los paisajes agrícolas como ecosistemas, pero a pesar de su origen antropogénico tienen mucho en común con los ecosistemas naturales de nuestro planeta. Y, al igual que esos espacios naturales, los ecosistemas agrícolas se están volviendo menos biodiversos. Estamos en medio de una crisis de biodiversidad, y es tan notorio en las granjas como lo es en las selvas. Frenar la pérdida de biodiversidad en la jungla amazónica no es tarea fácil, pero reordenar las plantas que conforman las tierras de cultivo de la nación resulta mucho más simple.
     La mayor parte de la investigación sobre biodiversidad se ha centrado en lo más intacto de la superficie de nuestro planeta, a pesar del hecho de que una gran proporción del mismo está dedicada al cultivo. En el área continental de los Estados Unidos, las zonas de cultivo cubren 408 millones de acres (165 millones de hectáreas), lo que es casi un cuarto de la tierra del país. En algunos lugares, como las Grandes Llanuras y el Cinturón del maíz, más del 50% del terreno está dedicado a la producción de los alimentos que consumimos.
     Al igual que los campos y selvas, los ecosistemas agrícolas (o agroecosistemas) con mayor diversidad son más capaces de hacer frente a las agresiones externas. Son más resistentes a la hora de enfrentar los climas extremos ocasionados por el cambio climático, y tienen más probabilidades de contar con métodos naturales para el control de plagas. Son más capaces de resistir las enfermedades y sequías. Conforme los agrocosistemas se vuelven más uniformes, el ataque de las plagas aumenta junto con la necesidad de introducir pesticidas dañinos al ecosistema. Los paisajes agrícolas más diversos también son benéficos para la biodiversidad de la fauna silvestre. Aves y mariposas, por ejemplo, se benefician de un paisaje más heterogéneo, aunque sea antropogénico en esencia.
     Para averiguar qué tan homogéneas son las tierras de cultivo en los Estados Unidos, el investigador Jonathan Aguilar de la Kansas State University, junto a algunos colegas de la North Dakota State University y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, recurrieron a un censo realizado por el USDA a los granjeros cada cinco años. Utilizaron en su totalidad el conjunto de datos digitalizados de 1978 a 2012.
     La variedad de cultivos aumentó en toda la nación de 1978 a 1987, pero desde entonces ha disminuido consistentemente, y de forma más marcada entre 1992 y el presente. Para el 2012, la diversidad de cultivos era estadísticamente más baja de lo que lo era treinta y cinco años atrás. En parte, esto puede ser atribuido a los avances tecnológicos que han hecho más eficiente la producción de algodón, maíz y soya, pero las fuerzas del mercado también tienen que ver. La ley del etanol en los Estados Unidos y la demanda China de soya estadounidense han resultado en más acres de maíz y soya, mientras que los granjeros siembran menos campos de trigo y de otros cultivos como respuesta.
     Si bien la biodiversidad de los agroecosistemas ha sufrido una caída en general comparada con los niveles de 1978, cuando Aguilar estudió cada una de las nueves regiones agrícolas del USDA por separado se hizo evidente que esta tendencia afecta más a unas regiones que a otras. En tres regiones, la variedad de cultivos era ciertamente inferior en 2012 que en 1978, pero en cinco regiones era estadísticamente imposible de diferenciar, y las tierras de cultivo que rodean el río Mississippi resultaron ser, en realidad, más diversas que en aquel entonces. Aguilar y su equipo encontraron diferencias en la biodiversidad incluso a nivel condado por condado, debido quizá a las diferencias en los patrones ambientales locales o en la legislación.
     El aumento en la diversidad agrícola no solamente trae beneficios para los ecosistemas de las tierras de cultivo y la fauna silvestre que vive en ellas; también es un buen negocio. Una granja diversificada incrementa las posibilidades de que los granjeros eviten las pérdidas completas de sus cosechas. Por ejemplo, una granjera podría sembrar maíz en parte de su propiedad, y en otra sembrar sorgo, un componente importante del alimento para ganado. Si la estación fuera inesperadamente seca, el sorgo, más tolerante a las sequías, seguiría creciendo incluso si la cosecha de maíz se perdiera. Eso le permitiría a la granjera obtener más ganancias que si hubiera cubierto la granja por completo de maíz durante una estación tan poco productiva.
     Si bien los agroecosistemas y los ecosistemas naturales tienen mucho en común, hay una diferencia importante: por lo general las granjas se replantan cada año. “Esto quiere decir, teóricamente, que la diversidad de especies de cultivo puede cambiar relativamente rápido, de modo que el potencial para un cambio rápido y positivo es considerable, no como en los ecosistemas naturales”, escribe Aguilar. Dada la amenaza que el cambio climático representa, él y su equipo argumentan que puede ser necesario hacer cambios en las políticas que promueven la diversidad de cultivos para asegurar que sigamos teniendo suficiente alimento en el futuro.

Fuente: Aguilar J, Gramig GG, Hendrickson JR, Archer DW, Forcella F, Liebig MA (2015). Crop Species Diversity Changes in the United States: 1978–2012. PLoS ONE 10(8): e0136580. DOI: 10.1371/journal.pone.0136580
Versión en inglés: Farms Are Loosing Biodiversity, Too

Colaboración con la revista Conservation de la Universidad de Washington, EUA.
Imagen de cabecera:Shutterstock.com