El plástico invade tus saleros

Por Jason G. Goldman
Traducción de Esmeralda Osejo
Publicado originalmente el 13 de noviembre de 2015 en Conservation This Week

Lo primero que nos enseñan cuando aprendemos a cocinar es que todo, incluso los postres, sabe mejor con un poco de sal. Eso es porque la sal (compuesta por un átomo de sodio y uno de cloro) ayuda a que la comida sepa más a sí misma, gracias a la sofisticada neurociencia gustativa. Sin embargo, parece que a veces añadir un poco de sal puede hacer que tu comida sepa más a plástico.
     Esto lo indica un estudio publicado recientemente en la revista académica Environmental Science and Technology. Los microplásticos, definidos como cualquier partícula de plástico cuyo tamaño sea inferior a los cinco milímetros, se han infiltrado en nuestros océanos y ahora se encuentran dentro de una gran variedad de animales marinos, incluyendo los que comemos. Es lógico pensar que dichos microplásticos pueden llegar a la sal de mar si consideramos que ésta viene, justamente, del mar. La costa de China resulta ser un punto de concentración de microplásticos, y dado que “el agua del mar se encuentra ampliamente contaminada por los microplásticos”, según escribe el investigador Dongqi Yang de la Universidad Normal del Este de China, “la sal de mar podría contener microplásticos” también.
     Para confirmarlo, Yang y sus colegas se fueron de compras. Compraron 15 marcas diferentes de sal de mar en varios supermercados chinos seleccionados al azar, cuidando que el lugar de proveniencia de cada una de las sales fuera diferente. También compraron sales de lago y de roca para hacer comparaciones. Como quizá era de esperarse, encontraron las concentraciones más elevadas de microplásticos en la sal de mar; es decir, de entre 550 y 681 partículas por kilogramo. Después siguió la sal de lago, que presentó entre 43 y 364 partículas por kilogramo. La sal de roca también contenía algo de plástico, pero sólo entre 7 y 204 partículas por kilogramo. Al ser tan bajo el nivel, los investigadores sospechan que, más que encontrarse ya presente en las minas, el plástico se introduce en la sal durante los procesos de producción y empaquetamiento. Esto significa que dichos procesos son una vía más de acceso para los microplásticos, no sólo en el caso de la sal de mar sino en el de las sales de lago y de roca.
     El tamaño de más de la mitad de las partículas de plástico que encontraron resultó inferior a los 200 micrómetros. Eso es dos veces el grosor de un cabello humano y apenas un poco más que el tamaño de un paramecio. La clase de plástico que encontraron en mayor cantidad fue el celofán, lo cual era de esperarse, dada su amplia presencia en la cultura humana. Estos resultados nos brindan información acerca no sólo de la sal que espolvoreamos sobre nuestros alimentos, sino de las condiciones sanitarias de las costas chinas, de las cuales se obtiene el agua para la producción de sal de mar.
     De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, un humano adulto debe ingerir menos de 5 gramos de sal al día. Si se apega a estos niveles de consumo, una persona en China podría llegar a ingerir hasta 1,000 partículas de microplástico cada año, tan sólo en la sal de mesa: está de más mencionar la cantidad de plástico que podría ingerir al comer mariscos. A pesar de que el riesgo de ingesta de microplásticos es bastante mayor en el caso de los mariscos (unas 11,000 partículas al año, consumiendo moluscos), la gente puede evitar su consumo, si así lo desea, mientras que el uso de la sal es casi universal. Cuáles son las repercusiones que esto tendrá en la salud humana es una pregunta que sigue en el aire.

Fuente: Yang, D., Shi, H., Li, L., Li, J., Jabeen, K., & Kolandhasamy, P. (2015). "Microplastic pollution in table salts from China". Environmental Science & Technology. DOI: 10.1021/acs.est.5b03163.
Colaboración con la revista Conservation de la Universidad de Washington, EUA.
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