Los ataques de carnívoros están aumentando, y en parte es culpa nuestra

Por Jason G. Goldman
Traducción de Esmeralda Osejo
Publicado originalmente el 9 de marzo de 2016 en Conservation This Week

Era un hermoso día de otoño cuando un niño de seis años se encontró cara a cara con un puma, mientras estaba de excursión con sus padres y hermanos por una ruta boscosa al este de Cupertino. A pesar de que los depredadores usualmente se mantienen lejos de los humanos, este puma resultó ser un poco más valiente. El niño sobrevivió al ataque con tan sólo algunas mordeduras y arañazos; los adultos que estaban cerca lograron ahuyentar al carnívoro. Los guardabosques locales salieron a cazar al felino; si lograban capturarlo y su ADN coincidía con el de las muestras de saliva obtenidas de las heridas del niño, matarían al puma.
     Si tienes la impresión de que los reportes de esta clase están aumentando, estás en lo correcto. La frecuencia de los ataques está aumentando, pero la causa de esta tendencia no es tan evidente como podría parecer. Así lo indica un estudio publicado en febrero en la revista académica Scientific Reports.
     El investigador español Vincenzo Penteriani y sus colegas señalan que las poblaciones de grandes carnívoros han crecido a lo largo de los últimos 40 a 60 años en muchos países desarrollados, gracias a los esfuerzos consistentes de protección y conservación. También notaron que los ataques de los carnívoros a la población humana han aumentado de la misma manera. En América del Norte, los osos son los atacantes principales.
     Esta correlación, en conjunto con los reportes sensacionalistas de los medios de comunicación, lleva a que la gente le tenga un miedo irracional a los carnívoros, lo cual a su vez se traduce en menos apoyo a los esfuerzos de conservación de depredadores. Aun así, como los estadistas nos lo recordarían rápidamente, correlación no es lo mismo que causa.
     La pieza que falta en esta ecuación es el hecho de que los humanos en los países desarrollados pasamos cada vez más y más tiempo disfrutando en los exteriores, y muchos de nosotros no sabemos hacerlo de manera segura. “Desde una edad muy temprana, la mayoría aprende normas sociales, reglas y maneras de reducir riesgos en entornos urbanos”, escriben los investigadores, “pero los esfuerzos por enseñarnos a disfrutar las actividades al exterior de manera segura y a comportarnos de manera apropiada en el campo son mucho menores”.
     En realidad, casi la mitad de los ataques correctamente documentados se asocian con comportamientos humanos riesgosos e innecesarios. Muchas veces, los padres dejan a sus niños sin supervisión, las personas pasean a sus perros sin correa, los corredores se ejercitan a solas al atardecer y los senderistas se acercan a hembras depredadoras con crías (seguramente la nueva tendencia de intentar tomarse “selfies” con animales salvajes tampoco ayuda).
     A pesar del aumento estadístico, estos sucesos siguen siendo extremadamente raros. La mayor parte de las interacciones entre humanos y carnívoros ocurre sin mayor percance. A lo largo del hemisferio norte, los grandes carnívoros fueron responsables de un promedio de 24 ataques y menos de cuatro muertes cada año, durante la década pasada. El año pasado, un puma quedó atrapado en una casa cerca de Los Ángeles y, a pesar de la presión ejercida por los guardabosques de la fauna (incluyendo disparos con pistolas de aire comprimido) el felino permaneció sorprendentemente tranquilo y abandonó el sótano silenciosamente al caer la noche.
     Otros animales silvestres (abejas, mosquitos, arañas, caracoles, serpientes y ciervos), además de los perros domésticos, son responsables de un número mucho mayor de muertes humanas cada año. Pero los cuentos de hadas no hablan de caracoles asfixiando a la abuela o de familias de ciervos que comen sopa que está muy caliente o muy fría. Nuestro miedo a lo grande y a lo que tiene colmillos convierte a los carnívoros en víctimas también. Esto sucede porque generalmente se mata al animal atacante, al tiempo que las actitudes negativas contra los depredadores arraigan con más firmeza.
     Conforme la gente en los países desarrollados encuentra más oportunidades para disfrutar actividades recreativas en los exteriores, y conforme algunos depredadores se sienten más cómodos en los hábitats urbanos y suburbanos, se vuelve cada vez más importante que la gente aprenda a permanecer a salvo al momento de encontrar animales silvestres, y que aprenda a evitar encuentros desafortunados, en primer lugar. También es necesario que recordemos las consecuencias positivas de la existencia de depredadores en los ecosistemas locales; no todas las noticias relacionadas con ellos son negativas. Estos esfuerzos educativos deben dirigirse no solamente a los habitantes de áreas rurales, sino a los que viven en las zonas urbanas más pobladas. También ellos salen a la naturaleza durante las vacaciones y los fines de semana. Tal vez entonces la rara visión de un puma corriendo podría maravillarnos y provocarnos reverencia en lugar de terror mortal.

Fuente: Penteriani, V., et al. (2016). "Human Behaviour Can Trigger Large Carnivore Attacks in Developed Countries". Scientific Reports, 6. DOI: 10.1038/srep20552
Colaboración con la revista Conservation de la Universidad de Washington, EUA.
Imagen: "Warning sign in San Mateo County", via Flickr/Ingrid Taylar