¿Los libros para niños están distorsionando nuestro conocimiento de la naturaleza?

Brandon Keim. Traducción de: Michel Martínez Publicado originalmente el 02 de noviembre de 2016 en Anthropocene Daily Science


Las historias que aprendemos de niños son las historias que dan forma a nuestras vidas. Podríamos esforzarnos por recordar algo que leímos la semana pasada, pero no es difícil recordar las historias que escuchamos hace décadas. Esos cuentos simples a menudo determinan nuestras sensibilidades; entonces, ¿qué es lo que nos están enseñando los libros para niños acerca de la naturaleza?

     En una investigación que se publicó en la revista Frontiers in Ecology and the Environment, científicos liderados por el ecologista Juan Celis Diez de la Universidad Católica de Chile en Valparaíso revisaron más de 1,200 libros para niños, tanto de ficción como de no ficción. Aproximadamente el 89% contenía descripciones de plantas, animales y paisajes alóctonos (de ecosistemas ajenos) y sólo el 8% de los libros describían especies autóctonas de la región.

     La distorsión continuó, menos marcada pero aún significativa, en una docena de libros de texto. Escribieron los investigadores que: “la biodiversidad autóctona y los paisajes agrestes están pobremente representados en la literatura disponible, de donde los padres deben elegir las lecturas de sus hijos”. Y aunque limitaron sus reseñas a los títulos ofertados en Chile, Celis Diez dice que es un patrón bien establecido en todos los países de Latinoamérica y probablemente también sea lo mismo para Europa y América del Norte.

     Los investigadores consideran que esto es problemático. Explican que: “un motor clave para la pérdida del conocimiento de la diversidad es la percepción sesgada que los niños tienen de los entornos de su hogar y la biota local”. La literatura para niños que rechaza lo local, apunta Celis Diez, probablemente “aumentará la homogenización biocultural”.

     Señala también que: “la pérdida sistemática de la conexión y la apreciación del entorno local se reemplaza por el conocimiento de especies más carismáticas y ampliamente distribuidas. Esta pérdida del conocimiento local aumentará con las generaciones venideras”. En algún momento, la gente “será incapaz de percibir el deterioro ambiental o la pérdida de especies de sus alrededores”; lo que los ecólogos llaman el síndrome del cambio de base de referencia, aquí aplicado no sólo a pesquerías o grandes herbívoros, sino también al conocimiento de la naturaleza misma.

     ¿Podría ser que los científicos estén demasiado preocupados con la distinción entre lo autóctono y lo alóctono? Quizás. Puede discutirse que ciertamente lo que importa más, cualesquiera sean los orígenes históricos de las especies, es el amor por la naturaleza; si, por decirlo, las abejas y los osos no son nativos de Inglaterra, Winnie the Pooh y su Bosque de los Cien Acres aún promueve una apreciación de los encantos de la naturaleza.

     Aun así, argumenta Celis Diez, el amor por la naturaleza debería comenzar en casa. Muchas investigaciones han descrito la inhabilidad de los niños en todo el mundo para identificar incluso las especies más comunes. Hay algo inquietante cuando un niño reconoce un pingüino de la Antártida más fácilmente que un pájaro carpintero golpeteando todos los días en el árbol del patio trasero. Celis Diez y sus colegas advierten que: “se necesita urgentemente la creación y publicación de libros de ciencias naturales nuevos y más centrados en zonas específicas que se basen en el conocimiento de la biodiversidad local”.

Fuente

Celis Diez et al. 2016. Biodiversity knowledge loss in children’s books and textbooks. Frontiers in Ecology and the Environment. DOI: 10.1002/fee.1324.


Colaboración con la revista Anthropocene de la Universidad de Washington, EUA.

Imagen: Brandon Keim