Conocer la historia biológica de nuestros cultivos

Clementina Equihua Zamora

Actualizado 23/agosto/2020
En algunos medios centroamericanos están alertando de una enfermedad del plátano que se llama “marchitez del banano”. El portal de noticias de Science explica que se trata de una enfermedad provocada por un hongo que obstruye el sistema vascular de las plantas de plátano. Cuando las plantas adquieren esta enfermedad se van marchitando poco a poco hasta que se mueren y, desde el punto de vista económico, las pérdidas son catastróficas para grandes y pequeños productores por la cantidad de individuos que mueren.
         La primera solución ha sido aplicar fungicidas, pero estos no son muy efectivos porque no curan a las plantas que ya están infectadas y las esporas del hongo permanecen viables en el suelo por décadas. La única manera de controlar al patógeno es destruyendo la plantación infestada y que se deje de producir plátano por varios años. Pero el problema no para ahí, porque las esporas se dispersan a otros campos aledaños por el agua que escurre, contagiando a los cultivos de toda una región.
         Otra manera de resolver este problema es cambiando variedades de cultivo y utilizando las que son resistentes, pero con el paso del tiempo puede ser que llegue algún otro hongo que sí las pueda infectar y volvemos al punto cero.
         Una estrategia novedosa que están impulsando diversos organismos de investigación en el mundo es la de conocer los parientes silvestres de cada región. En Asia, de donde es originario el plátano, hay grupos de investigación que están haciendo precisamente ese tipo de estudios con el fin de encontrar una mejor solución para proteger a este importante cultivo de las regiones tropicales.
         En México la CONABIO y 12 organismos más, financiados por la Iniciativa Darwin del Reino Unido, están trabajando en el proyecto Salvaguardar a los parientes silvestres de cultivos mesoamericanos. En este proyecto están colaborando más de 100 especialistas de Centroamérica, México y del Reino Unido para incrementar el conocimiento sobre los parientes silvestres de nueve grupos de plantas cultivadas de importancia mundial presentes en Mesoamérica y así poder enfocar esfuerzos para su conservación.

¿Qué es una especie domesticada?

Uno de los puntos clave en la historia de la humanidad es la domesticación de plantas y animales. De estos organismos que se domesticaron hace al menos 10 mil años, seguimos dependiendo para nuestra supervivencia hasta la fecha.
         Los organismos domesticados son aquellos que los humanos seleccionaron por ciertas características. En plantas puede ser por el sabor o por su utilidad para almacenarlas por largo tiempo. Con el paso de los miles de años estas plantas se hicieron dependientes del cuidado humano, esto quiere decir que no pueden completar sus ciclos de vida por sí mismos, dependen de que una persona siembre su semilla y la cuide a lo largo de su ciclo de vida.
         En comparación con sus parientes silvestres, las plantas domesticadas son muy peculiares porque, entre otras características: Sus estructuras vegetales han cambiado de tamaño. Por ejemplo los frutos de la papaya y las mazorcas del maíz son enormes. Se han perdido los mecanismos que aseguran que los frutos se abran y dejen caer las semillas o incluso que los avienten lejos de la planta madre. Un ejemplo perfecto es el de los frijoles. Los agricultores recogen su cosecha y tienen que golpear las vainas para que se abran y así poder sacar las semillas que comemos. Otros cambios son los mecanismos de defensa, por ejemplo que las plantas ya no sean tóxicas. Además, casi todas las semillas germinan casi al mismo tiempo y se ha modificado su respuesta a las condiciones de luz.

¿Qué son los parientes silvestres?

Son los ancestros o hermanos de las plantas domesticadas, es decir, son parientes que son cercanos desde el punto de vista genético. Su valor es que son como una alcancía que resguarda variabilidad genética que, en las condiciones de deterioro ambiental, le puede ser muy útil a nuestra especie para proteger nuestros cultivos. Una de las consecuencias de los organismos domesticados es que a lo largo del proceso de domesticación se pierde variación genética porque, en los orígenes de la agricultura, cuando las mujeres recolectaban los frutos y semillas de las plantas que comían, las seleccionaban a partir de unos cuantos individuos. Y este patrón se repite de generación en generación de agricultor, por eso es que pueden suceder grandes catástrofes cuando tienes plantas que, no solo tienen poca variación genética, sino que además son clones, es decir, todas son idénticas.
         Mientras que los parientes silvestres siguieron evolucionando y, digámoslo así, siguieron sorteando las variaciones climáticas, las enfermedades y a los depredadores, con sus armas biológicas de siempre, las plantas domesticadas dejaron de estar sujetas a todas estas presiones de selección natural.
     El proyecto de CONABIO Salvaguardar a los parientes silvestres de cultivos mesoamericanos servirá para informar a la sociedad sobre esta fascinante historia de nuestros cultivos y de sus parientes silvestres, pero además para hablar de su importancia para el futuro de la humanidad. Salvaguardar a los parientes silvestres de cultivos mesoamericanos es un esfuerzo para fomentar su manejo sostenible y formar colecciones de semillas para protegerlas y para resguardar este conocimiento para las generaciones futuras. El proyecto identifica áreas de México y Centroamérica, que son importantes para conservar porque ayudan a salvaguardar la diversidad genética de los parientes silvestres de cultivos como el maíz, los jitomates, la vainilla, las calabazas, los frijoles, los chiles, etcétera. Al final del proyecto se hacen recomendaciones para aplicar en nuestras vidas cotidianas, como por ejemplo, consumir productos que venden los pequeños agricultores en mercados locales, respetar las plantas silvestres de camellones, parques, lotes baldíos o incluso, de tu jardín, ya que podrían ser parientes silvestres de nuestros cultivos.

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Imagen: CONABIO.